Las imágenes eran un rugido: una explosión, un borbotón, un aluvión.
Estaban a un paso pero eran inalcanzables. Esa era la peor tortura: no el dolor sino la lejanía. Las imágenes estaban pero no estaban. Estaban pero no estaban.
Oyó pasos y supo que el Protector había entrado en la celda.
Oyó un crujido de tela y supo que el protector había plegado el manto para sentarse. El manto era negro, pero a él ya no le importaba. Le habían arrancado los ojos. Todo era negro, salvo el recuerdo de las imágenes que le habían arrancado con los ojos. El recuerdo era un borrón de luz en la negrura.
-¿Qué viste? -preguntó el protector.
No quería contar porque no quería recordar. Tenía miedo de los recuerdos. Pero también tenía miedo de perder el alma. Si no contaba lo que había visto, iría al infierno y no tendría la recompensa que le habían prometido. Le habían prometido una fortuna en la tierra y una vida en el paraíso. Era mucho más de lo que gente como él podía atreverse a esperar.
¿Qué era él, después de todo? Era una rata, una basura del Lugar de la Roña y la Carroña, un contaminado. El paraíso no era para los contaminados.."
--Carlos Gardini-- "El libro de la tierra negra"
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